Alicja y yo no nos peleamos, pero nuestras discusiones se nos van, a veces, de madre. Más de las que querríamos!
Cuando tengo un mal día, le busco la punta a todo. Empiezo a discutir por tonterías para acabar queriendo tener la razón. No por nada, sino por tenerla. Y para conseguirlo llego a perder la proporción de las cosas.
Los cabreos de Alicja siempre tienen forma de gritos. Me saca de quicio a mí y se sale de quicio ella.
Como evitar peleas en un viaje?
Pasar 24 horas cada día durante una semana entera (o lo que duren las vacaciones o el viaje), en cierto sentido, desgasta. Tomar autobuses, esperar en estaciones, buscarse la vida con los alojamientos y descubrir que la comida no es tan buena como te esperabas lleva a discusiones de lo más peregrino, donde es fácil llevarse las manos a la cabeza, y lanzar toda la artillería acumulada contra quién tienes más cerca: tu pareja, amigo o compañer@ de viaje.
Recuerdo, después de hacer el trekking W en Torres del Paine, tener la típica discusión en nuestro coche sobre como conducía el otro. Yo diciéndole a Alicja: «no metas la marcha así, acelera aquí, frena allá»… el típico coñazo de alguien que se aburre (en el sur de Patagonia! hay que fastidiarse…). Y claro, Alicja aguantó hasta que me envió a cagar a la vía. En este punto ambos hicimos estallar la típica guerra nuclear de quién da un mandoble y lo contesta como si no existiera un mañana y, cuando ya no quedaban más misiles por lanzar ni chorradas que decir, Alicja paró el coche porque le obligué a hacerlo, cogí mi mochila del asiento trasero y me puse a andar por la carretera.
Andar… hacia adonde? Que se lo pregunten al maestro armero, porque ni yo mismo lo sabía. Después de hacer de Forrest Gump un rato, vagando solo por la carretera, Alicja apareció en el horizonte y vino al rescate.
Y todo, por qué? Por la gilipollez de poner una marcha. Al cabo de un rato empezamos a hablar y firmamos el armisticio correspondiente.
Como resolver conflictos «on the road»?
Para empezar, seamos honestos: si viajas con tu pareja y te llevas a matar ya con ella en tu casa, lo más probable es que el viaje empeore la situación. Si te vas con un amigo o una amiga y ya vas con dudas en el avión, seguro que el viaje no acaba demasiado bien.
Cuando se viaja, no hay escapatoria. No hay trabajo en el que refugiarse, amigos con los que distraerse y el barrio de todos los días para salir a dar una vuelta pegando un portazo con aire de indignado.
La única salida que hay es SOLUCIONAR EL CONFLICTO y pasar página. Ya os he dicho que nosotros tenemos una facilidad pasmosa para ir subiendo el tono a medida que ambos soltamos una frase. Como lo cortamos?
Siempre hay uno de los dos que le dice al otro como le ha sentado lo que ha tenido que oír. De esta forma, quién haya soltado la ofensa se siente culpable y retira de inmediato toda la retahíla de tonterías que tenía preparadas en la recámara para hacerle daño al otro. Es como poner un puente en la brecha que iba a crecer entre los dos. Profilaxis pura y dura.
Resulta que, a veces, la magnitud de la pelea y la ofuscación de ambos supera el límite razonable y el toma y daca es agotador. Agotador e inútil.
En estos casos, utilizamos el «arma secreta» que escuché de boca de Pablo Rey, viajero notable que lleva un fantástico blog, Viajeros 4x4x4. En que consiste?
Fácil, puestos a tirar los trastos al otro, mejor convertir el fragor de la batalla en un juego:
- […]
- Alicja: «No me entiendes nunca. Vas siempre a tu bola».
- Alejandro: «Solo haces que gritar. Me las piro».
- Alicja: «Déjame en paz, estúpido» (a estas alturas quizá mezcla alguna palabrota en polaco).
- Alejandro: «Eres una caca, más grande y apestosa».
- Alicja: «Tu una caca grande, apestosa y con forma de ensaimada».
- Alejandro -> En este punto ya nos estamos riendo los dos pensando lo burros que somos.
Uno de los aspectos clave de que un viaje salga bien, radica en la manera como afrontemos las discusiones, peleas y desencuentros. Porque los habrá, seguro.
Viajar nos ha enseñado a un manejo más efectivo de nuestras discusiones. Las peleas son como cualquier problema, solo hace falta conocer a la otra persona, tener la empatía de ponerse en lugar del otro y tener las herramientas para solucionarlas. El resto depende de vosotros, los contendientes.
Paz y amor, herman@s!
Créditos de las fotos: portada y foto 1.